Una gran isla con cuarzo oscuro como elemento central de la vivienda. Esa es la esencia del proyecto llevado a cabo por la arquitecta Lourdes Martínez Nieto en Madrid en colaboración con el estudio Boj23. Lourdes Martínez Nieto cuenta con su estudio en Madrid, si bien vive a caballo entre la capital española y San Francisco. Antes trabajó en Londres para Foster and Partners y Conran and Partners y destaca por combinar la arquitectura con la atención a los acabados, el diseño y la elección del mobiliario, la iluminación y las diferentes texturas.
Este trabajo consistió en la reforma integral de una antigua vivienda que debía respirar los gustos de su propietario. El resultado final debía transmitir masculinidad y un toque industrial, así como sobriedad. Entre las premisas del cliente se encontraba: una cocina con isla, un baño con bañera amplia, un estudio y dos dormitorios principales, uno de ellos en suite. Asimismo, su configuración debía facilitar encuentros con amigos y familiares, por lo que la cocina se convirtió en el eje principal. Para destacar el protagonismo de la cocina, se situó este espacio en el centro de tres zonas diferenciadas: la pública, abierta al exterior; la semipública, en la que se encuentran los usos de baño para invitados, estudio y cocina; y la privada, con los dormitorios.
En ese elemento central que es la cocina, con una contundente isla en cuarzo Unique Marquina™ de COMPAC, recoge el uso de recursos elegidos para conseguir esa estética antes indicada: tonalidades oscuras, hormigón visto, robles y maderas de fresno vintage. Así, dentro del “núcleo” de la vivienda que es la cocina se da protagonismo a esa isla, para la que buscaban un aspecto de bloque. Según explica la arquitecta, querían realizarlo en piedra natural, pero contaban con una petición del propietario que requería de otro material. El cliente había solicitado la instalación de un grifo de cerveza en la isla, que se colocó de forma que desde el salón queda oculto tras una columna. Debido al funcionamiento del grifo necesitaban un material que no fuese poroso, y la solución fue el cuarzo. Asimismo, el cuarzo aportaba otra cualidad que buscaba la arquitecta, como era esa unidad estética de bloque. Con este material el veteado es continuo a pesar de cortes o pulidos.
Esta cocina se caracteriza por esconder en sus laterales puertas correderas que aíslan totalmente la zona pública de la privada cuando es necesario. Si se quiere privacidad, se abren las puertas correderas y la zona estancial se aísla por completo de la de descanso. Como dato curioso se da la integración en el baño y la cocina de una antiguas y bellas vigas descolgadas que aparecieron en los trabajos de derribo.