La proporción ha sido objeto indiscutible en la creación arquitectónica. Un principio que ha sido estudiado a lo largo de la historia de un modo constante. Desde los egipcios, pasando por Le Corbusier. Buscar la proporción idónea es fundamental para crear un espacio donde prime la armonía y la belleza.
Así, surgieron sistemas de medidas como El Modulor, donde Le Corbusier unía cálculo y geometría para construir una medida a escala humana, basado en la ‘divina proporción’, como herramienta de medida lineal u óptica.
Y es precisamente desde la proporción aurea, desde donde trazamos un recorrido del diseño de proyectos armoniosos, bellos y dorados.
La belleza y la armonía a través de la proporción áurea
El número de oro, el número dorado o número áureo, número fi, sección áurea, razón áurea, razón dorada, medida áurea o divina proporción. Son diferentes maneras de denominar a un sistema de medida. Ha sido y es aplicado de un modo sublime a una infinidad de proyectos de diseño, arquitectura, objetos y fotografía.
La Sucesión de Fibonacci
La Sucesión de Fibonacci dio exactitud matemática a una manera de entender la proyección del arte. Tras él, una gran cantidad de ilustres estudiaron esta secuencia numérica y sus derivaciones. De esta manera, conseguir una proporcionalidad maravillosamente exacta.
De tal modo, a lo largo de la historia y a veces de manera inconsciente, podemos encontrar este sistema de medida en multitud de proyectos. Pero, ¿por qué el número áureo es tan bello?
Puede que el misterio que habita a La Gioconda de Leonardo Da Vinci, no surja de la sonrisa, sino de las proporciones. Y que el movimiento cubista tuviera razón de ser por su conocida Sección de Oro. El arte, la arquitectura, los objetos y la vida se ven de un modo muy distinto a través de la proporción áurea.
Y es que, a pesar de que cada ser humano tiene una forma de mirar, la coincidencia determina lo conocido, lo bello, lo agradable para la vista, y lo armonioso. Puede existir belleza aplicando otras proporciones, pero del empleo de éstas puede surgir una creación consciente.
Una de las razones más extendidas es la relación que la proporción áurea tiene con la propia naturaleza. Galaxias, vegetación, huracanes o telarañas mantienen esta proporción. En el mundo contemporáneo se ha aplicado al diseño de logos, objetos como tarjetas de crédito, o las escaleras en espiral. Como, por ejemplo, La Escalera de Bramante en los Museos Vaticanos. Una especial integración de la proporción áurea se aprecia en arquitectura contemporánea, donde encontramos grandes ejemplos como Agora Garden Tower, ubicada en Taipéi, Taiwán; Torre Helea en la Ciudad de Puebla (México); o el rascacielos Burj Khalifa, en Dubái.
Proporción áurea en el diseño del Burj Khalifa, en Dubái.
Si en anteriores posts hablamos de cómo una arquitectura puede determinar la silueta de una ciudad actual, Burj Khalifa es sin lugar a dudas, un gran ejemplo de ello. Este proyecto arquitectónico sitiado en Dubái, como la mayoría de la urbe, fue construido para atraer la atención del planeta.
Diseñado y creado por el arquitecto mexico-norteamericano Adrian D. Smith, Burj Khalifa fue inaugurado en 2010, convirtiéndose en el edificio más alto del mundo con 828 metros de altura.
Estructuralmente, este imponente proyecto se basó en la proporción áurea a través de una planta en forma de Y, sobre la que se levantan alas a diferentes alturas, configurando una estructura cada vez más pequeña conforme se alza al cielo. Este sistema de medidas de proporciones mágicas y naturales, se relaciona con el propio concepto del proyecto el cual parte de la forma geométrica de la flor Hymenocallis, propia de la región. Morfología natural que se sitúa dentro del concepto áureo, como también lo hace la forma de una rosa. De tal modo, en Burj Khalifa cada piso que conceptualiza cada pétalo, se acorta a medida que se acerca al centro áureo.
Un innovador concepto basado en estudios geotécnicos y sísmicos
La piel del edificio está recubierta con 26.000 paneles de cristal en el formato de doble vidrio hermético, diseñados para soportar las altas temperaturas de Dubái. La ligereza del cristal se equilibra con los núcleos de hormigón armado empleado en cada una de las columnas que alinean los núcleos centrales, logrando una estructura resistente también, a los fuertes vientos. Esta cimentación supuso un enorme hito para el campo de la arquitectura, pues se trata de la cimentación más grande construida, basada en un innovador concepto basado en estudios geotécnicos y sísmicos.
El diseño del proyecto se culmina con el pináculo o antena, compuesto por más de 450 toneladas de acero. Funcionalmente, Burj Khalifa cuenta con 160 pisos habitables, destinados a oficinas y viviendas.
Con este ejemplo, se aprecia el importante recorrido que un sistema de medidas utilizado desde la antigüedad, sigue vigente para proporcionar bellas estructuras que, incluso más allá de la técnica, responden a una similitud con la naturaleza más pura.
Un concepto que se extiende en la historia de la arquitectura, para llegar a nuestros días a través de imponentes construcciones que forman parte del futuro.