“El estilo mediterráneo está en nuestra arquitectura, claro. Siempre hay que suponer, y más en esta disciplina, que el contexto que te rodea te marca y te influencia.” Estas palabras son toda una declaración de intenciones de José Antonio Martínez Lapeña y Elías Torres Tur, últimos galardonados con el Premio Nacional de Arquitectura (PNA).
Esencia vernácula en la nueva edición del PNA
Los arquitectos José Antonio Martínez Lapeña y Elías Torres han extendido sus obras por todo el mundo. Su estudio cuenta con más de 50 años, proyectando una arquitectura “racional”, siempre desde el punto de vista crítico y sustancial.
El pasado mes de diciembre, un jurado de honor compuesto por Juan Navarro y Rafael Moneo entre otros, no dudaron en otorgar el premio a los barceloneses. Sello de renovación urbana, muchos de sus proyectos presentan una esencia vernácula pero renovada, dotados de una sensibilidad exquisita. Su arquitectura racional sabe observar y estudiar el contexto, considerándose y definiéndose como mediterránea, dado su principal campo de actuación. Unos proyectos complejos que encuentran soluciones únicas ante los retos más difíciles.
Reconocimiento a una trayectoria impecable
El pasado año recibieron el prestigioso RIBA International Fellowship para arquitectos no británicos. El arquitecto John Tuomey, que les había propuesto para el premio, les definió como «un equilibrio de opuestos». También galardonados en 2008 con el premio Ramón Llull, los arquitectos cuentan con bagaje importante de proyectos, destacando quizá entre ellos las escaleras de la Granja de Toledo o las pérgolas fotovoltaicas del Fórum de Barcelona, en las que obtuvieron el premio especial de la Bienal Internacional de Arquitectura de Venecia. Pero si uno de ellos ha traspasado fronteras literalmente hablando es el Museo de Kumamoto de Japón, cuya modernidad volumétrica no deja indiferente a nadie.
La fragilidad paisajística del entorno histórico y fluvial de sus proyectos, abordada desde la experiencia y sabiduría, hace que estos arquitectos nos ofrezcan algunas de las más interesantes realizaciones arquitectónicas. Es en los proyectos de menor envergadura donde el actual premio Nacional de Arquitectura muestra la esencia de su arquitectura mediterránea. Una pequeña iglesia de cal blanca en Ibiza ensalza los valores que transmite de pureza y tradición. Viviendas unifamiliares como la casa Gili o Can Cucons en la isla de Ibiza dan buena muestra de ello.
Una de las frases más sentidas de uno de los componentes del estudio, José Antonio Martínez Lapeña describía la faceta del arquitecto como: “El don más preciado del Arquitecto es la capacidad de inventar, pues la arquitectura es una invención formal controlada por el conocimiento. Conocimiento tanto de la realidad más profunda como de las técnicas que garantizan la bondad del resultado en el orden práctico y funcional.”
Pasado, presente y futuro de la arquitectura española
El Premio Nacional de Arquitectura es un galardón concedido anualmente por el Gobierno de España otorgándose por primera vez en 1932 y volviendo tras la Guerra Civil en 1944. Existen multitud de arquitectos que han sido galardonados cuyo propósito no ha sido otro que mejorar la calidad de sociedad.
Rafael Moneo, premio Nacional de Arquitectura en 2015, obtuvo el reconocimiento a su contribución, según el jurado, del enriquecimiento de los aspectos sociales, estéticos, tecnológicos y sostenibles de la Arquitectura y el Urbanismo. Entre muchas condecoraciones, fue nombrado premio Pritzker en 1996, Unión Internacional de Arquitectos en 1996 y en 2012 premio Príncipe de Asturias de las Artes. Existen numerables obras del arquitecto, destacar quizás el Kurshaal en San Sebastián, la fundación Pilar y Joan Miró en Mallorca o el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida.
Carlos Ferrater, premiado en 2009 es un reflejo la palabra geometría. A partir de geometrías, cada vez más flexibles, el arquitecto ha indagado en las culturas y lugares en los que construimos: “Y quien dice los lugares, dice el lugar”. Destacar numerosos proyectos la estación de Zaragoza, el parque de las ciencias de Granada o la casa para un fotógrafo en Cases d’Alcanar.
Cabe destacar la única mujer que consiguió este galardón: Matilde Ucelay Maortúa. Premio Nacional de Arquitectura 2004. Su arquitectura se caracteriza por una profusión y riqueza en los detalles, por un diseño intimista, ligado al usuario y al entorno. El jurado valoró su «trayectoria excepcional» en la que «mantuvo en todo momento su actividad frente a las dificultades, sin dejar de construir edificios. Entre sus obras destaca un gran número de viviendas unifamiliares, colaborando en algunas ocasiones, con el diseñador de jardines y paisajista, Couchepin. Entre sus más de ciento veinte proyectos, destacar “La Casa Oswald”, en Puerta de Hierro en Madrid; “La Casa Benítez de Lugo”, en las Palmas de Gran Canaria; así como las librerías “Turner” e “Hispano-Argentina” en Madrid. También diseñó fábricas, laboratorios y otros edificios singulares siguiendo la técnica de Félix Candela, del que importó su patente desde México con la ayuda de su hijo arquitecto.
Reconocimiento a la arquitectura existente, del pasado presente y futuro. Arquitectos con personalidad que tratan con delicadeza el momento y el lugar. Una arquitectura funcional, crítica e innovadora en muchas ocasiones, que trata de fundir realidad y ficción.
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