Este fin de semana Alemania inaugurará un nuevo icono cultural, el Bauhaus Museum de Dessau, para celebrar el centenario de una escuela clave en la arquitectura y el diseño del siglo XX. Hablamos con José Zabala, miembro del estudio Addenda Architects que ganó el concurso internacional al que se presentaron profesionales de todo el planeta.
¿Cómo se siente un estudio cuando ve que ya se está materializando su proyecto, el cual será un icono en la ciudad, el país y a nivel internacional?
Sentimos mucha alegría y satisfacción porque era un proceso bastante corto e intenso para hacer este edificio, que es bastante grande. Empezamos a trabajar el proyecto a finales de 2015 y hemos acabado la obra ahora. Es un edificio de unos 5.000 metros cuadrados construidos. Lo que tiene la arquitectura es que tienes que trabajar con tiempos muy largos y la parte emocional se va como tranquilizando. Ahora sentimos sobre todo las ganas y la alegría de verlo acabado y en funcionamiento.
¿Cómo ha sido el proceso de construcción? Como dices habéis tenido muy poco tiempo…
Creo que lo que ha ayudado han sido los procesos y protocolos alemanes. Al final el proceso de proyecto ha sido más lento de lo que hubiera sido en España sobre todo la parte del anteproyecto, pero la parte de la obra es algo que pasa por muchos filtros, que está muy controlado, de modo que cuando empiezas la obra no para, es bastante fluido. Ha habido contratiempos como en todos los sitios, pero ha sido fluido.
Al enfrentaros a vuestra propuesta. ¿Cómo os acercasteis al legado de la Bauhaus? ¿Con miedo y respeto? ¿Proponiendo una lectura actual de la Bauhaus?
Lo afrontamos de una forma bastante personal y profesional al mismo tiempo. Pensar demasiado en las referencias y para quién estás trabajando creo que es desde el punto de vista del proyecto complicado e incluso perjudicial. En ese sentido, lo que intentamos es ofrecer el edificio que pensamos que mejor podía servir al cliente en función de sus requerimientos. Siempre hay como una cierta atracción por caer en el cliché y lo que se transmite a través de la Bauhaus desde el punto de vista visual. Pero en realidad es un movimiento bastante más complejo que tiene que ver con la educación, con la sociedad, con un momento histórico… En ese sentido sí que hay quizá algunos referentes de profesores que nos han influido pero tampoco hemos intentado ofrecer una respuesta desde el punto de vista de la trayectoria histórica de la institución.
¿Cómo habéis interpretado la relación que tiene que tener vuestro museo con la sociedad?
El mayor reto era conseguir que el museo pudiera ser un mecanismo que atrajera gente al centro de la ciudad, porque el museo no está cerca del edificio original. La ciudad de Dessau está dividida por la vía del ferrocarril. Cuando bajas del tren encuentras una señal que te dice Bauhaus a la izquierda y Dessau a la derecha. Es una de estas ciudades que ha ido perdiendo población desde la reunificación alemana, porque era una ciudad de la Alemania del Este, y entonces lo que se busca es que esta institución, que es lo que hace visible a la ciudad culturalmente, ayude a atraer gente al centro de la ciudad. Por eso el edificio está situado en el parque central de la ciudad. Para nosotros lo importante es que sea un mecanismo que pueda ser utilizado. No nos importa tanto la forma como la calidad de los espacios y la comunicación con los espacios públicos.
Está situado entre el parque y el eje más emblemático de la ciudad y lo que nos interesaba era generar un espacio que estuviera en contacto con esas dos zonas, un espacio que se pudiera ocupar, en el que se puedan hacer conciertos, performances, exposiciones… La estructura principal del museo es la caja de hormigón, puesto que es un edificio puente soportado en dos puntos que libera un espacio en la planta baja muy grande, de unos 50 por 25 metros. Ese espacio está en contacto con el exterior gracias a la protección de vidrio del puente de hormigón, permitiendo que podamos cerrar ese espacio, aclimatarlo y visualmente que desde dentro puedas disfrutar de lo que pasa fuera. Si te colocas en la zona de la ciudad estás más cerca de ella, y si te colocas en la zona del parque tienes los árboles al lado. Nos parecía que era un sitio muy interesante para eso, una especie de lugar de encuentro que sirviera para la interacción de la gente y generar actividad.
¿Cuál crees que la clave de vuestro proyecto si hablamos de la construcción y los materiales?
Creo que el edificio tiene una cualidad y es su aspecto contradictorio. Desde el punto de vista material es una caja de hormigón rugoso, con el acabado prácticamente más económico que hay, y una fachada de vidrio que la envuelve que, a pesar de su economía, tiene otras connotaciones. Tiene un espesor muy fino que es lo que hace que podamos generar un ambiente y se pueda adaptar ese espacio, puesto que si no sería un espacio abierto. Esta confrontación de este material rugoso y crudo como el hormigón y de un material terso y brillante como el vidrio es lo que más caracteriza al edificio.
¿Qué otros proyectos tenéis entre manos?
Estamos trabajando en un concurso que ganamos en Barcelona junto a Flexo Arquitectura para arreglar la media manzana de equipamientos del barrio de la Sagrada Familia que tiene el mercado, la biblioteca y un centro cívico, del cual hay que mantener la estructura y transforma entero. Casi igual de importante que la arquitectura es el espacio que queda entre estos edificios que están conectados no solo a nivel de calle sino también a nivel de planta primera y que hacen que sea una manzana de ocupación pública. En ese sentido tiene alguna conexión con el proyecto de Dessau, con esta inquietud por activar la vida pública de un espacio. Además tenemos varios pequeños encargos privados.