Alper Derinboğaz fundó Salon como arquitecto emergente en 2010, aunque ya contaba con mucha experiencia y talento. Ha formado un equipo enfocado a la innovación táctica y experimental de las ciudades. Alper y su estudio han sido galardonados en múltiples ocasiones desde sus comienzos y, para Alper, cada premio ha sido muy importante. Asimismo, han influido en cómo percibe la profesión.
¿Cuál fue la motivación de emprender el proyecto de Salon?
Surgió de forma natural. Después de acabar mi máster en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), trabajé en algunos grandes estudios y empecé a dar un taller en la universidad. Estas dos actividades influyeron mi manera de entender la arquitectura. Por tanto, la idea detrás del estudio fue la de crear un entorno en el que se unieron estas dos facetas: se tratarían los problemas académicos junto con soluciones de la vida real.
Hemos leído que eligió el nombre «Salon» por su significado en francés, pero ¿qué significa para usted?
En francés, Salon significa un espacio en el que se reúne la gente para intercambiar ideas. De hecho, en estos espacios empezó a cobrar forma la revolución francesa. Entonces, sirvió de buena referencia en el sentido de ser un espacio de colaboración para generar nuevos modos de pensar.
¿Qué requiere de un colaborador para que se una a su equipo?
Valoramos una competencia diversa y un profundo conocimiento. Todos los miembros del equipo participan en el proceso de diseño, pero cada uno tiene unas habilidades específicas. Todo el mundo tiene un conocimiento a fondo de su área de interés, lo cual aporta valor al estudio. Todo el mundo tiene una voz y los proyectos se desarrollan de manera colectiva gracias a estas voces. A nivel arquitectónico, comprender los detalles técnicos y seguir las pautas de diseño contemporáneas pueden parecer dos elementos distintos de la arquitectura, pero lo importante es cómo se elaboran conexiones entre ambos. También es importante la experiencia. En la arquitectura, seguimos nuestra formación en la práctica cotidiana: las cosas van cambiando con el tiempo y nosotros estamos en un proceso de aprendizaje constante.
¿Cuál ha sido el galardón más distinguido que ha recibido como arquitecto?
Hemos tenido la buena suerte de recibir distintos premios y reconocimientos, y creo que todos son igual de importantes. Los reconocimientos – y el momento en el que se hacen – son muy significativos. Cuanto más joven eres, más influencia tienen en tu carrera profesional. Desde los patrocinios a las becas y premios, como en mi época de estudiante, creo que pueden tener una gran influencia sobre cómo percibes la profesión; llegas a entender que tus ideas pueden transformar la realidad y que hay personas que reconocen tus inversiones emocionales e intelectuales. Así que yo diría que todos con importantes para mí.
¿Podría definir una característica de su estilo o estudio que hace que sus diseños sean únicos?
Creo que nuestro estudio es único porque entendemos la arquitectura como una encrucijada entre la ciencia y el arte. Es una visión esclarecedora ya que cada proyecto representa un desafío único. No sé si podría definir un estilo muy específico que se reconozca estéticamente; sin embargo, si se mira más a fondo, siempre procuramos ofrecer una solución o una idea que aporte una perspectiva importante sobre la situación. Intentamos mirarlo todo desde un aspecto distinto, lo cual me parece imprescindible para la humanidad. Estamos evolucionando, pero nuestros entornos físicos no evolucionan tanto como sería posible. Nuestro entorno estético está cambiando de forma muy rápida, pero a escala física, esto conlleva más riesgo, el coste es más elevado, y hay menos personas que lo persiguen. Por tanto, intentamos elaborar experimentos reales que se ponen a prueba a nivel teórico y se realizan a escala arquitectónica. En cuanto al estilo de diseño, buscamos soluciones primitivas y básicas, y esto se hace como si fuese un redescubrimiento de la tecnología o el contexto. Intentamos ser minimalistas con nuestras soluciones, aunque el proceso sea complejo.
¿Cuál de sus proyectos ha tenido mayor significado para usted?
El Museo de la Ciudad de Estambul ha sido un proyecto muy significativo. Es un proyecto continuo desde 2016, y colaboramos con más de 200 profesionales solamente en la parte de diseño. Representa una inmensa inversión cultural para la ciudad. Hemos tenido la suerte de ser un socio principal del proyecto, pero es un tema complicado, además de tener que conjugar con un contexto histórico particular y una ubicación complicada. ¿Cómo se habla de la historia de Estambul como ciudad? ¡Hay tantas capas! Sin embargo, creo que su belleza radica en su complejidad y buscamos exponer esta intensidad dentro del diseño. Así que el proyecto en sí es complicado y estratificado, y para mí, esta faceta encaja a la perfección con la historia de la ciudad.
¿Cuál proyecto aún no ha tenido la oportunidad de realizar?
Hemos diseñado muchos proyectos diferentes así que ya existe una gran diversidad de proyectos y temas interesantes. Hemos realizado unos cuantos proyectos de museos, instalaciones públicas, edificios residenciales y oficinas. Si no me equivoco, lo que no hemos hecho hasta el momento es un edificio sin una función específica. Creo firmemente en buenos espacios de calidad. A veces, jugamos el juego de «la forma sigue a la función», pero a veces hay espacios que son tan interesantes y elocuentes, y una parte tan íntegra de nuestro contexto cognitivo, que el edificio se convierte en su función. Por lo que me encantaría trabajar en un edificio sin función – sería fascinante. ¡Gracias por la pregunta!
¿Cuáles son algunos desafíos que uno tiene que enfrentar como arquitecto emergente?
Creo que la condición de «arquitecto emergente» es un desafío en sí mismo. Me parece que nosotros ya hemos pasado página a otro estado, pero vale la pena hablar de ello porque puede que sirva de ayuda a los jóvenes arquitectos del futuro.
En los primeros años, y aunque, por supuesto, seguimos siendo un estudio joven, todo está dirigido a firmar el próximo proyecto, o a que te llame un cliente, etc. Y, a veces, aún es así. Pero, al cumplir 4 o 5 años, creo que se abre una red de posibilidades en la profesión que te ate a un lugar específico. Entonces, resulta más fácil ir más allá en futuros proyectos. Creo que cuando empiezas, lo importante es tu nivel de entusiasmo al recibir ciertos encargos. Y esto podría representar un desafío en sí mismo.
¿Qué papel juegan el espacio y el contexto en sus diseños?
Creo que el espacio y el contexto son continuos. No creo que tengan mucho significado las dimensiones o delimitaciones de una obra, se trata de tejer una continuidad – a veces, como parte de una ciudad, un terreno, una topografía o una masa de agua. La arquitectura modifica esta continuidad. Dicho esto, el contexto puede variar también. La manera de entender la arquitectura en Europa da mucha importancia a las ciudades. Sin embargo, muchas ciudades se mejoran o evolucionan de manera rápida, y no tienen un contexto histórico que va más allá de 30 años: ¡todo cambia cada dos años! No hay que aceptar el contexto tal como se entiende de manera tradicional. Me parece que hay otra forma de percibirlo.
¿Qué le inspira para realizar sus diseños? ¿Cuáles son sus referentes en el mundo de la arquitectura?
Nuestras referencias del mundo de la arquitectura son muy diversas. Creo que caben muchas en nuestras mentes. Por ejemplo, de pequeño iba de excursiones con la escuela y veíamos muchos espacios primitivos: de habitantes de cuevas, y de personas que vivían de distintas formas y que tallaban piedras, etc. Parecían tener una inmensa interacción humana, pero, más allá de eso, también tenía una relación muy interesante con el medio natural. Me gusta este tipo de arquitectura semielaborada. Me gusta la arquitectura antigua, y la barroca también es muy importante para mí. Asimismo, me divierten mucho los proyectos de infraestructura histórica, como por ejemplo los acueductos de Estambul, la estratificación histórica de la tierra, y la antigua infraestructura hidráulica subterránea que todavía funciona. Todos estos elementos tienen mucha influencia. Y, por supuesto, la Hagia Sophia me conmueve mucho.
Nos inspiran la ciencia y el arte, y nos encontramos en medio de estos dos elementos. Puedes encontrar al arte en la ciencia y la ciencia en el arte, pero la arquitectura abarca ambas dimensiones de manera constante y simultánea.
¿Con qué materiales suele trabajar? ¿Por qué los elige? ¿Apariencia? ¿Manejo? ¿Origen?
Trabajamos con muchos materiales, pero nos encanta el acero para la construcción. Solemos usar acero y madera, y nos gusta cómo se interrelacionan. Teniendo en cuenta los cálculos recientes sobre la huella de carbono de los materiales, somos cada vez más conscientes de la integridad de diferentes materiales, puesto que cuando consideras ciertos materiales, siempre hay un punto en el que no cumplen bien su función.
Intentamos reducir el transporte de materiales, averiguar cuáles están disponibles a nivel local y cómo podemos usarlos. Ésta es la responsabilidad del arquitecto para con el mundo.
Compac trabaja con recursos naturales como el cuarzo, la obsidiana y el mármol. ¿Ha usado estos materiales alguna vez?
Hemos trabajado con el mármol a escalas diferentes. Un ejemplo claro sería el proyecto Condense. Nos invitaron a una feria internacional en Verona. Se trataba de una exposición de arte comisariada por Luca Molinari. Queríamos poner a prueba las limitaciones de las técnicas digitales de diseño: buscábamos averiguar hasta qué punto se podían trasladar a la piedra. Las piezas de mármol fueron como la historia de la geosfera, la tierra que habitamos – tenían muchas cicatrices y capas distintas como un mapa de la historia misma. Esta experiencia resultó de gran impacto para nosotros.