Un espacio amable para vivir y para trabajar en una torre de 40 pisos del centro de Montreal. Ese fue en 2017 el reto encargado al estudio Desjardins Bherer, que debía convertir un espacio largo y estrecho en forma de “L”, poco amable, en un lugar perfecto para una familia natural de la ciudad que volvía a la misma tras haber vivido durante un tiempo en California. A favor, una espectacular y enorme terraza, unas vistas inspiradoras con el Monte Royal como protagonista, favorecidas por un revestimiento casi total en forma de acristalamiento que ofrecía una gran cantidad de luz a todas las estancias.
El estudio pensó en cómo reorganizar todo el espacio disponible para adaptarlo a las necesidades de esta familia que contaba con dos adolescentes y requería además un lugar de trabajo para el padre. Finalmente, optaron por una configuración que integraba cocina y salón, añadiendo tres dormitorios y un estudio de trabajo. El resultado se llama «Belvédère».
El primer espacio que encuentran los visitantes a la vivienda es el salón, en el que se ha buscado transmitir calidez gracias al uso de la madera en el revestimiento de las paredes, así como con la colocación de una minimalista chimenea, la cual esta insertada en el propio muro. En este espacio se enfrentan una pared totalmente acristalada desde el suelo y hasta el techo, con acceso a la terraza, que aporta una iluminación natural espectacular. Al otro lado, una pared de madera cuenta con un amplio televisor del cual disfrutar desde uno bello sofá totalmente modular. Tanto este elemento como la alfombra y los sillones obedecen a una gama cromática elegante de grises, azulados y negros que combinan a la perfección con el tono de la madera. El uso de este material y la disposición de los elementos ayudan a reducir el efecto pasillo que podría provocar la forma alargada de la construcción.
Claridad en la cocina
El salón está conectado con la cocina –abierta- con una amplia mesa de madera de ébano para ocho personas como nexo que queda en el recodo de la vivienda. Así, desde esta mesa, sobre la que pende una lámpara idéntica a las de la Ópera Metropolitana de New York, se tiene visión directa tanto del salón como de la cocina, que muestra un claro contraste respecto al otro espacio. Así, en el caso de la cocina se ha apostado por la luminosidad de los colores blancos, la claridad del cuarzo tecnológico en paredes y la isla con el diseño COMPAC Unique Calacatta™, y un gris oscuro en parte del mobiliario. Hay un aspecto pulido y minimalista gracias en parte a que la despensa está oculta, las luminarias empotradas y la campana hecha a medida, con un diseño sutil.
El cuarzo tecnológico vuelve a tener protagonismo de nuevo en el baño, en el suelo, destacando sus bellas y orgánicas vetas que discurren por toda la estancia. Sin lugar a dudas, la bañera, de delicadas curvas, es el elemento que acapara todas las miradas en este espacio. Respecto al despacho, se encuentra tras la pared de la chimenea, junto al salón y ofrece un ambiente cálido e informal, de nuevo ocultando todos los espacio de almacenaje tras el revestimiento de madera. Esta habitación, que también tiene acceso a la terraza, es permeable a todo lo que ocurre fuera, dado que cuenta con cerramientos acristalados al pasillo. Está pensado además para ser convertido fácilmente en una habitación de invitados.
Capítulo aparte merece la iluminación. Si ya se ha mencionado la bella lámpara que preside el salón, el resto de elementos de luz están empotrados, casi ocultos, reforzando aún más el valor de la luz que proviene del exterior de la torre.
Fotografías: Adrien Williams