Las ciudades se transforman y se adaptan con el paso de los años, cambiando la manera que se tiene de entenderlas y vivirlas.
El llamado panorama urbano o skyline, es un gran ejemplo de la iconografía contemporánea de una ciudad. Aquello que visualizas cuando, con los ojos cerrados e incluso sin haberla experimentado, te imaginas grandes ciudades como París, China o New York.
Un horizonte artificial en continuo cambio. Un crecimiento vertical hacia el futuro donde, principalmente liderado por rascacielos, se demuestra el nivel de desarrollo de una ciudad.
Puede que, a lo largo de la historia, grandes ciudades como Londres, hayan liderado una imagen visual perfilada por edificios históricos como el Big Ben o el Buckingham Palace. No obstante, más allá de identificar Paris por su icónica Torre Eiffel, el skyline se podría entender hoy en día de una manera distinta. A través de estos perfiles fotografiados desde diferentes perspectivas, las ciudades pueden demostrar su compromiso con la arquitectura contemporánea.
En este artículo comentamos algunas de las vistas más representativas, así como destacados proyectos arquitectónicos, que podrían identificar por sí solos la ciudad en la que se sitian.
El skyline de Sydney a través de la Opera House
Fundada en 1788, Sydney es la ciudad más grande y poblada de Australia. Se trata de una de las zonas urbanas que más crecimiento poblacional ha tenido. Por ello, se está desarrollando un ambicioso proyecto para 2038. Un proyecto que pretende acotar las enormes dificultades urbanísticas a las que se enfrenta la población.
Su skyline se caracteriza por un centro urbano con una amplia apertura al mar, sus elevados edificios y su reconocido puente Harbour Bridge, construido en 1932. Si bien existe un proyecto arquitectónico capaz de aglutinar una imagen visual de la ciudad, es la impresionante ópera de Sídney en Opera House (Casa de la Ópera).
Opera House, uno de los edificios más famosos del siglo XX
Su estructura exterior se apoya en 580 pilares con una profundidad de hasta 25 metros bajo el nivel del mar. Compuesto por más de un millón de azulejos, la Opera House inició su construcción a mediados de los años 50. Finalmente, se terminó en 1973.
Su arquitecto, Utzon, entregó un proyecto esquematizado donde trasladaba claramente el concepto del edificio, mas no cómo se construiría. Por tal motivo su morfología aconchada con estructura de hormigón respondió a dificultades técnicas que marcaron un hito para la arquitectura contemporánea. Así, dio lugar a una expresión atemporal que concentra diseño e ingeniería en un mismo proyecto.
La construcción de estas enormes conchas de hormigón va mucho más allá de un mero estilo arquitectónico. Se fabricaron a partir de la superficie de una esfera imaginaria que atravesó grandes dificultades técnicas. Sin embargo, su larga construcción se debió también a dificultades financieras, lo que llevó a la renuncia de su arquitecto inicial.
Estéticamente, el edificio mantiene influencias antiguas y modernistas. Utzon se formó con grandes influyentes como Alvar Aalto, entre otros. Sus infinitos azulejos, consiguen formar un mosaico que refleja de un modo sutil el reflejo del sol. Así su elegante fachada y su desarrollada tecnología, supuso un cambio en la imagen de todo un país que entiende a House Opera como un icono. Un proyecto en el que toda la población se involucró por seguir financiando. Una imagen visual de una ciudad, que se convirtió en Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La aportación de Anish Kapoor a la imagen de Chicago
Chicago es una de las ciudades con concentración de rascacielos y edificios diseñados por grandes arquitectos contemporáneos como Frank Lloyd Wright o Mies van der Rohe.
Sin embargo, este hermoso panorama urbano, protagonizado por elevadas estructuras como el edificio más alto del mundo que tiene una mujer como arquitecto principal: Aqua Tower; el Centro John Hancock de Fazlur Rahman Khan y Bruce Graham con 344 metros de altura, o los edificios Lake Shore Drive que caminan al cielo, existe un contraste mágico gracias a uno de los grandes iconos escultóricos de la ciudad.
Cloud Gate
Cloud Gate, popularmente conocida como ‘The Bean’ se ha convertido en pocos años, en una representación icónica de una ciudad protagonizada por rascacielos. Se trata de una de las obras de arte público más grandes del mundo. Una escultura diseñada por el artista Anish Kapoor, uno de los escultores contemporáneos más reconocidos en la actualidad.
Compuesta por 168 placas de acero inoxidable cortadas con precisión con tecnología informática y soldadas entre sí. Kapoor consiguió ofrecer un exterior totalmente pulido sin costuras visibles. Inaugurada en 2004, Cloud Gate escapa de las tradicionales formas narrativas para crear un diálogo con la propia ciudadanía. Una escultura que forma parte de un skyline a escala humana. Y, además, refleja en su totalidad una vista panorámica de la ciudad de Chicago de un modo sorprendente.
Su estructura de 10 metros de alto, 20 metros de largo y 13 de ancho, está liderada por un estilo abstracto y minimalista que se convierte en una escultura experiencial para quienes caminan alrededor. Su morfología permite tocarse, atravesarse y vivirse, formando además una totalidad con el espacio circundante.
Lujo y espectáculo en la panorámica de Singapur.
La mezcla de tradición e innovación es una máxima constante en cómo se entiende la ciudad de Singapur en el resto del mundo. Con un amplio espectro de influencias y estilos de diferentes periodos, la actual Singapur está liderada por una imagen de desarrollo arquitectónico que no deja de crecer.
Hotel Marina Bay Sands
Inmensos y espectaculares edificios, conforman el panorama visual de una ciudad, todavía más impresionante en la noche. Una silueta en la que destaca la espectacularidad y la altura del Hotel Marina Bay Sands.
Diseñado en 2006 por Moshe Safdie. Este hotel de 195 metros de altura crea la puerta de entrada a una ciudad que vibra fuertemente hacia el futuro. Un espacio concebido como una ciudad en sí mismo. Un microcosmos público que aglutina la propia vida urbana de Singapur.
Inspirada en las grandes ciudades antiguas, se estructura en tres enormes rascacielos que se unifican bajo un mismo techo. Un imponente proyecto arquitectónico que significó todo un reto constructivo. La unión de las tres estructuras verticales con forma curva asciende al techo. Además, para soportar dicha morfología en su construcción se contó con puntales de acero temporales que funcionaban como los cables de tensión de los puentes colgantes.
La parte superior del Hotel Marina Bay Sands, se compone por una terraza abierta de 340 m de largo y más de una hectárea de superficie. Una superficie que finaliza en uno de sus lados con una plataforma voladiza que gana terreno al mar. Para poder soportar los pesos y movimientos de la propia naturaleza, se destinaron grandes recursos de ingeniería como gatos hidráulicos, sistemas de elevación y juntas de dilatación.
Este visible edificio que forma parte del skyline de Singapur y que alberga alojamiento, restaurantes, piscina y parque, se completa con un museo en forma de flor de loto. Un museo que, también, permite una espectacular panorámica.
Así, las ciudades siguen creciendo para ser reconocidas a lo largo del mundo. Así, la arquitectura, y también la escultura, forma parte de una composición urbana que se torna reconocible para un imaginario colectivo. Un grandioso ejemplo que ayuda a configurar la iconografía contemporánea de ciudades. Aquello que visualizas con los ojos cerrados cuando te hablan de Sydney, Chicago o Singapur.