Además de acoger la cumbre mundial del G20, 2010 fue un año especial para Seúl. Asumió la capitalidad mundial del diseño que concede el Consejo Internacional de Sociedades de Diseño Industrial con sede en Montreal (Canadá). Recogió el testigo dejado por Turín y con el reto de ser la primera ciudad de Asia-Pacífico en asumir dicha responsabilidad. The Decorative Surfaces se detiene esta semana en la capital coreana para seguir el recorrido por las urbes que han sido WDO (World Design Capital).
Diez millones de personas concentradas en torno a un modelo de ciudad que aspira a ser ejemplo sostenible parece un reto complicado a priori. Bajo esta filosofía naciente por aquel 2010, la capital coreana aceptó el reto de albergar la capitalidad bajo el lema de Un diseño para todos. Pero “para todos” desde el prisma del ser humano en cuanto a esencia y a su relación con los valores de la abnegación, la realidad, la cortesía y la sabiduría que los coreanos implementan como filosofía de vida en los esfuerzos que practican en la vida. Un camino que hoy les ha conducido a ser la principal referencia global de ejemplo de lo que es una smart city.
Las riberas del Cheong Gye Cheon como punto de partida
Símbolo de ese afán bien pueden ser las riberas del Cheong Gye Cheon. Este río a mediados de los años 50 quedó entubado en hormigón y dilapidado por el asfalto que lo borró de la fisionomía de la ciudad para que discurriera sobre su cauce una autopista de tres carriles. Quizás, el cambio de parecer del sentido de la modernidad de mediados del siglo XX con el del inicio del XXI, o los altos índices contaminantes que dejó dicha infraestructura en la ciudad, sirvió para que los coreanos se replantearan el modo de vida en la urbe. Y para que trabajaran un proyecto más adaptado a la práctica sostenible que desde entonces impera en la capital coreana.
Se revertió la intervención viaria y se recuperó el cauce del río al descubierto con un jardín peatonal y oriental rico en espacios verdes. Según The Landscapes Performance Series, la restauración significó, además de protección contra las inundaciones y de una notable disminución del efecto isla del calor urbano, «una reducción de la contaminación del aire en un 35% y un incremento de la biodiversidad superior al 600%». Asimismo, el parque es desde entonces un destino popular de turistas y seulenses. De hecho, recibe una media de 64.000 visitas al día.
«Urbanismo refinadísimo»
Una ciudad, un ejemplo y una designación que despertó en su día la admiración de arquitectos como la del argentino Andrés Duprat. Él mismo en una entrevista en El País aseveró que «el feísmo de las grandes estructuras en Seúl comparte espacio con ejemplos de un urbanismo refinadísimo». Ejemplos que se impulsaron en muestras verdes en cada uno de los 25 distritos independientes de los que se compone la ciudad. Y que, además, se mostraron en una feria específica, la Seoul Design Fair. Ya avanzadas las fechas de la capitalidad, en el otoño de aquel 2010 su marco central fueron las instalaciones olímpicas diseñadas por Kim Swoo-geun para los Juegos Asiáticos de 1986 y los JJOO de 1988.
Allí convergieron ponentes de reconocido prestigio internacional como el diseñador industrial Chris Luebkeman. Además de 200 presentaciones internacionales y locales, con 2.600 participantes procedentes de 100 países. Las propuestas estuvieron muy enfocadas al lema de la capitalidad de diseño para humanos. Todo ello en convivencia con las posibilidades de combinación urbana y con la naturaleza como protagonistas.
Otros núcleos del diseño seulense elegidos para celebrar la capitalidad mundial del diseño fueron: el Hongdae, barrio del distrito Mapo-gu célebre por su actividad y ocio nocturnos; el lujoso barrio de Gangnam Sinsa-dong, con las principales marcas de diseño prêt-à-porter; y el Complejo Digital Guro, una estación intermodal de metro enclavada como centro de transformación y modelo de las postales más culturales de la ciudad, foco de numerosos rodajes de filmes y spots publicitarios.
La elección de estos hitos tan dispares entre sí por parte del comité organizador de la capitalidad pasó por su afán para mezclar a empresarios, diseñadores y ciudadanos. Un experimento de diseño social en el contexto de una cita multidisciplinar tan significada.
Dongdaemun Design Plaza (DDP)
Zaha Hadid, la arquitecta iraquí premiada con el Pritzker en 2004, dejó su estilo marcado en Seúl unos años después de finalizar el año de la capitalidad. Lo hizo en marzo de 2014, entregando como legado a la ciudad el DDP. En apenas seis años, este complejo cultural ya es uno de sus principales símbolos de Seúl. En sus entrañas recoge la esencia de lo que significó la celebración de la capitalidad: diseño, diseño y más diseño para todos. Tanto en el contenido como en el contenedor.
El complejo, al más puro estilo Hadid, basa su fortaleza en una gran estructura amorfa y tridimensional. Es una intervención que la iraquí calificó como «paisaje metonímico». Todo ello en un espacio conformado por ondulaciones que parecen combinar el agua, sus reflejos y la flexibilidad espacial. Junto al transitar cotidiano de ciudadanos, turistas y profesionales. Una paradoja cambiante que surca por la tradición del concepto del diseño y que fluye a partir de la percepción coreana de la disciplina. También como punto neurálgico para el intercambio de ideas, experiencias y vivencias.
Seúl, diez años después de la capitalidad mantiene muy buena salud arquitectónica y creativa. Una ciudad en constante evolución que ha sabido conservar los elementos que orientaron la máxima de la capitalidad cuando el DDP aún no existía y todos los amantes del diseño miramos, y seguimos haciéndolo, hacia Corea del Sur.